martes, febrero 18, 2003

Extraño...

Cada vez se me hace todo mas raro, mas extraño. Cuando me levanto tengo miedo de haberme levantado de noche, inconsciente, y haber hecho muchas cosas que ya no recuerde. No las recuerdo porque no las hice ¿O si? Es terrible, a veces incluso llego a inventarme mis travesuras nocturnas, busco alarmado por todos los rincones de mi cuarto alguna botella de vodka vacía, algun vaso con olor etílico. No encuentro nada.

Y lo peor... lo peor es que se a que se debe. Esos miedos, esa angustia injustificada la cargo desde aquellas ocasiones que le llame en la noche. Sí, le llame en la noche totalmente borracho luego de haber mezclado inocentemente los tafiles con cinco sangrías de vodka en aquel intento de bistrot. ¿Te acordarás de mis llamadas? Supongo que sí, que es por eso que ya no llamas, que me borraste de tu vida y de tu mente.Lo siento tanto, en verdad lo siento. Siento una enorme necesidad de escribirte a tí la disculpa que nunca pude darle para ver si así mejoro un poco y dejo de culparme y de sentir las enormes ganas de gritar que siento cada vez que lo recuerdo, cada vez que paso caminando aceleradamente frente al restaurante, sintiendo cientos de ojos que se me clavan encima y me producen un profundo dolor: verguenza.

Lo siento tanto por no haberme ubicado en la realidad, por no haber podido lidiar con la verdad de que tu no podrías fijarte nunca en mí, y que me fuiste prohibido desde antes de nacer, desde la elección de cromosomas, desde todo. En verdad me apena recordar lo que te dije, las confesiones tan brutales que hice. ¿Y sabes que es lo peor? Que lo hice dos veces. La primera vez, como se que recuerdas, no estabas en casa, insulte a tu hermana, llamé a gente que no debí llamar, perdí mi teléfono en algun lugar y al final pudiste perdonarme. Pensé que me había salvado, nada de cierto dije entre incoherencias y malos tratos. Pero al parecer escrito estaba que tenías que alejarte, que tenía yo que alejarte. La segunda fue definitiva: no deje espacio a dudas, ni a malas interpretaciones, te confesé lo que sentía, lo mucho que deseaba estar contigo esta vez con el valor que da una botella de buen vino. Lo peor de todo es que en esa segunda vuelta, las confesiones, mis confesiones, no iban dirigidas a tí. Te confundí, o mejor dicho te uní con tu homónimo en una sola persona y te dije lo que había querido decirle a ambos pero de una manera distinta.

Perdóname, ya te has ido, me privaste de tí, solo queda entonces que puedas perdonarme por haberte causado molestías a mitad de la madrugada y por haberte hecho objeto del deseo mas tonto e injustificable que pude haber tenido.

Atentamente: Yo

No hay comentarios.: