jueves, septiembre 16, 2004

La convención fue distinta a como imaginaba. De último momento me informaron que la cosa era más bien informal y tuve que desempacar y volver a llenar mi maleta con jeans y demás comfort outfit.

En cuernavaca el hotel era grande, lujoso, lleno de jardines y albercas bonitas. Mi habitación daba a un conjunto de árboles frutales que de alguna manera me daban tranquilidad luego de las stressantes conferencias llenas de gente extraña.

Todos siempre fueron amables. Gente de todo tipo: personal de ventas, directores de cuenta, representantes de las principales cadenas de laboratorios y propietarios (me included) de los pequeños laboratorios que por méritos propios (léase comprarle mucho a cierta marca de equipo fotográfico) asistimos sin mucho que hacer en realidad.

Conocí gente agradable: un chico de Toluca que era hijo de un propietario tambien, una chica que era la sobrina de la propietaria de un laboratorio en San Angel (DF), dos chicas de Guerrero que atendian un laboratorio en Acapulco, un chico de Hidalgo (bastante guapo btw) que había sido nombrado "empleado del mes" y por lo cuál habia podido asistir a lo que más bien parecían las mini vacaciones de un puñado de obsesos fotográficos. Flashes por doquir, en los pasillos, en el bar, en el restaurante, en el lobby, flashes incluso cuando no parecía haber nadie alrededor.

A veces solo escuchabas el disparo y el avance de una cámara anónima, unas risillas y luego otro disparo más. Todo mundo se tomaba fotos: de grupo, individuales, candids, con los directivos, en las conferencias, voyeurs... lo que me faltó fue tomarle fotos a un bombón de Veracruz con el que me hubiera gustado platicar más. Resulta que al principio fui demasiado cortante con otro tipo que trataba de entablar conversación conmigo, mas o menos de mi edad, con acento norteño. No le di importancia, pero lo terrible vino después... al darme cuenta del tipazo con el que había hecho mancuerna y del cuál se volvió inseparable. Sobra decir que ya no pude acercarme a ellos, no pude tomar fotos siquiera (mas que la de grupo en la cuál sale no-muy-bien-que-digamos).

Me lo perdi...

Cuando esperas con ilusión conocer a alguien, o descubrir algo bueno te das topes contra la pared, te encuentras con bodrios insuperables que duelen a tu amor propio, y te hacen gastar tiempo y buenas intenciones. Pero cuando no tienes nada en mente, o cuando esperas lo peor, es entonces cuando puede surgir algo bueno, algo refrescante. Ambos casos me sucedieron. De ambos aprendi.


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